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LA HISTORIA DE JUDÁ Y TAMAR

Muchos piensan que las historias bíblicas son relatos históricos o religiosos, pero en realidad son mapas psicológicos de nuestro proceso creativo.

Neville Goddard en sus: “Cinco Lecciones para manifestar tus deseos”, nos relata la historia de Judá y Tamar y nos da su interpretación psicológica, en esta publicación espero ahondar un poco más la interpretación agregando algunos puntos que me parecen importantes.

Este es el resumen de la historia:

Génesis 38


Judá, uno de los hijos de Jacob, se aleja de sus hermanos y forma su propia familia. Su primogénito, Er, se casa con Tamar, pero muere sin dejar descendencia. Judá entonces le pide a su segundo hijo, Onán, que cumpla con su deber y le dé hijos a Tamar. Pero Onán, sabiendo que los hijos no serían considerados suyos, evita embarazarla y también muere.

Judá, temiendo que su tercer hijo también muera, promete dárselo a Tamar cuando crezca, pero nunca cumple.

Tamar, viendo que ha sido olvidada, se disfraza de ramera, se cubre el rostro y se coloca en el camino por donde Judá pasará. Judá, sin reconocerla, le ofrece un cabrito a cambio de acostarse con ella. Pero ella le pide como garantía su anillo, su brazalete y su bastón. Judá acepta, se une a ella y Tamar queda embarazada.

Más tarde, cuando Judá se entera que Tamar está encinta, la acusa de fornicación y ordena que sea quemada. Pero ella revela las pertenencias que Judá le dejó como prenda, demostrando que él es el padre. Judá reconoce su responsabilidad y dice: "Ella es más justa que yo, porque no la di a mi hijo Sela."

Finalmente, Tamar da a luz gemelos, Fares y Zara, en un nacimiento inesperado donde el segundo se adelanta al primero.


INTERPRETACION

 

La historia de Judá y Tamar describe con precisión lo que ocurre en el interior de todo aquel que intenta manifestar un deseo, pero no se entrega por completo. Judá representa el poder creador que cada uno de nosotros posee, ese que comienza a actuar cuando nos separamos de la inercia de la costumbre, simbolizado en que se aleja de sus hermanos. Los tres hijos que engendra son tres fases del intento humano de crear sin verdadera entrega. "Er" representa el primer intento que muere rápidamente porque fue concebido sin profundidad, un deseo superficial que no tiene raíces. "Onán" simboliza al que usa la imaginación, pero no se compromete con lo que imagina, derramando su semilla en tierra, es decir, imaginando una cosa, pero negándola con dudas, miedos o razonamientos. "Sela' representa la última excusa de la mente, ese intento que siempre se posterga, la famosa frase "cuando me sienta listo", que nunca llega, porque el miedo a fracasar hace que uno nunca se entregue por completo.

Tamar, por su parte, representa el deseo legítimo que ha sido postergado y rechazado, pero que persiste en buscar cumplimiento. Ella no se rinde. Aunque ha sido olvidada, trama su propio plan y se disfraza de lo que Judá puede reconocer y desear, mostrando que muchas veces nuestro verdadero deseo se presenta ante nosotros disfrazado de algo mundano o poco espiritual. Judá ofrece como promesa un cabrito para tener intimidad con Tamar ella acepta pero pide algo a cambio mientras Judá cumple su promesa del cabrito, le exige a Judá su anillo, su brazalete y su bastón, lo que simboliza la entrega total de su autoridad, su identidad y su poder. Esto es exactamente lo que se nos pide cuando deseamos algo de verdad: dejar todo lo que creemos ser, toda excusa, toda resistencia, y comprometernos por completo con el nuevo estado.

El embarazo de Tamar representa que el deseo fue finalmente fecundado porque Judá se entregó por completo. Cuando ella es acusada y señala que está encinta del hombre a quien pertenecen esas pertenencias, Judá reconoce que ella fue más justa que él, porque ella no se rindió mientras él postergó. Esto muestra que el deseo no se rinde, somos nosotros quienes debemos reconocer nuestra falta de compromiso y hacer lo que corresponde.


El nacimiento de los gemelos Fares y Zara encierra una lección adicional. Zara, cuyo nombre significa resplandor o amanecer, saca primero la mano, como si fuera a nacer primero, pero la retira. Esto representa la promesa aparente, las señales que parecen ser el comienzo pero que no se concretan. Fares, que significa brecha o ruptura, nace rompiendo las expectativas, adelantándose al que parecía tener el derecho. Esto enseña que las manifestaciones reales a menudo no siguen la lógica ni las señales que parecen más claras al principio, sino que irrumpen de manera inesperada, rompiendo el orden humano.


El relato es una advertencia clara para quienes postergan, se autoengañan o juegan a medias con la Ley. La verdadera fecundación del deseo solo ocurre cuando estamos dispuestos a dar todo de nosotros mismos. No basta con probar, intentar o visualizar de vez en cuando. La manifestación exige entrega total, un cambio de identidad y un compromiso diario que no se suspende cada vez que las circunstancias parecen contradecir lo que hemos asumido. Tamar representa el deseo que siempre persiste. Judá representa al creador que debe aprender a no quedarse a medias, a no postergar, y a entregarse sin reservas al estado deseado. Solo entonces, el deseo se hace carne y nace en nuestro mundo.

 

Muchas gracias por leerme.


Marcos Sanz.



 
 
 

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