EL GRAN SECRETO DE LA BIBLIA
- Marcos Sanz
- 20 abr
- 14 Min. de lectura
Actualizado: 21 abr
LA LLAVE DE LA MANIFESTACION Hoy hablaremos de un símbolo poderoso: la levadura. He descubierto que es uno de los misterios más grandes de la Biblia: Cómo opera el Reino de los Cielos en nosotros.
En este episodio tendremos mucha interpretación bíblica, y el resultado de mi investigación sobre el enigma de la levadura, esta palabra aparece 67 veces en la biblia, 46 veces en el antiguo testamento y 21 veces en el nuevo testamento. En la mayoría de las citas se prohíbe leudar el pan con levadura, excepto en dos versículos, uno en el libro de Levítico donde se insta a comer pan con levadura y el otro en el libro de Mateo donde la levadura se compara al reino de los cielos. Esta diferencia en el significado interpretativo de la levadura me sonó interesante, por el hecho de pasar desde la impureza a la pureza, desde la prohibición hasta la aceptación de esta materia tan interesante.
Mi investigación respecto de la levadura inicia en su origen etimológico, y desde ahí nos damos cuenta que levadura tiene un significado en el antiguo testamento y otro significado en el nuevo testamento.
Pero primero hablaremos un poco de la levadura como materia orgánica, este producto es un hongo unicelular que es utilizado para la fermentación del pan y de la uva, el efecto que produce en el pan es el de descomponer el azúcar y transformarla en dióxido de carbono, lo cual producirá burbujas de aire que elevaran la masa, permitiendo que esta quede mas suave y esponjosa. Por otra parte, la levadura transforma el mosto de la uva en etanol o alcohol etílico.
El Misterio de la Levadura: de la Caída al Renacimiento
El Antiguo Testamento fue escrito en hebreo, y cada palabra encierra un mundo de significados simbólicos. La palabra para “levadura” carga una connotación negativa: se asocia con algo que fermenta, que se hincha, que se agita y que altera lo puro. Sin embargo, también hay una interpretación más profunda y ancestral: levadura, en hebreo, también puede entenderse
como “devorar ávidamente por la dulzura”. Es decir, representa el deseo que seduce, que embriaga, que descompone lo puro al contacto con el placer exterior.
En los tiempos antiguos, y especialmente en la tradición hebrea, existían muchos símbolos fálicos integrados en los rituales y textos sagrados. La levadura, por su capacidad de elevar la masa, era comprendida como una representación del impulso sexual masculino, del deseo carnal que alza, hincha, y busca satisfacción inmediata. Este deseo no solo era físico: era espiritual, era el grito de un alma que había olvidado su hogar.
La levadura, al fermentar, produce agua, burbujas, expansión. Esta característica acuosa era asociada a la libido sexual. Además, el olor ácido, agrio, casi pútrido que emana de la masa leudada en su proceso, era para los antiguos un símbolo del olor de la muerte, de la putrefacción de lo corruptible, y por eso era rechazada en todos los rituales sagrados:
“Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura...”
— Levítico 2:11
La levadura era entonces el símbolo del poder de lo externo, del placer externo, del deseo caído, de la carne que no recuerda su origen. Representaba también la expulsión del paraíso, la ausencia de Dios, la desnudez, la ignorancia, la desobediencia, la separación, la muerte, la falta de fe.
En ese contexto, la levadura era el símbolo del pecado original: el momento en que la conciencia cayó en la ilusión del mundo exterior y dejó de reconocer su poder interno. El hombre comenzó a buscar fuera lo que ya era suyo por derecho divino.
La levadura en el hebreo del Antiguo Testamento representa la tierra psicológica en su estado de invierno: árida, endurecida, primitiva. Representa nuestras raíces psicológicas más densas: miedo, deseo, impulso, vergüenza, necesidad. Es nuestro tejido psicológico arcaico, el hombre no se acerca el mal, sino que el mal está dentro de él desde el comienzo, está en su estructura básica producto del propio olvido de su naturaleza misma.
Pero pese a esto, en el libro de Levítico encontramos lo siguiente en el capítulo 23 versículo 17:
“De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová.”
En este versículo, la levadura —antes prohibida como símbolo de corrupción— es ahora aceptada como parte de la ofrenda. Esto representa una transformación del símbolo: la levadura ya no es impureza, sino el poder interno que hace crecer el deseo en la conciencia hasta que se manifiesta.
Los dos panes cocidos con levadura simbolizan los dos aspectos de la mente (pensamiento y emoción) reconciliados, listos para ofrecerse como la primera evidencia de una creación consciente. Ya no hay separación. La conciencia, purificada y vibrando en la fe asumida,
presenta al Yo Soy las primicias del estado deseado.
Así se completa el ciclo: del pan sin levadura de la Pascua (fe pura sin razonamientos), al pan con levadura de Pentecostés (deseo elevado y consagrado).
La caída fue olvido. Este pan, con levadura, es memoria redimida.
Pero porque Levítico cambia el concepto de levadura:
El libro de Levítico ha sido, para muchos, un terreno árido: lleno de leyes, sacrificios, detalles rituales que parecieran lejanos a la vida interior del hombre moderno. Pero leído con ojos espirituales, Levítico no es un libro de reglas. Es un laboratorio de transformación interna, una guía alquímica para aquel que, habiendo sido liberado del mundo de la esclavitud (Egipto), está ahora en proceso de purificación y reintegración con su naturaleza divina.
Del éxodo externo a la iniciación interna
En Éxodo, el hombre es liberado de Egipto, símbolo de la esclavitud del pensamiento externo. Esta liberación no ocurre por fuerza humana, sino por la revelación que trae un estado de conciencia llamado Moisés:
“Yo soy el que soy.”
Es decir, el hombre despierta a su verdadera identidad: no soy cuerpo, no soy historia, no soy pasado… Soy conciencia, soy Yo Soy.
Pero esa libertad no es el fin, sino el comienzo. A partir de allí, empieza el verdadero trabajo:
refinar, purificar, ordenar, elevar. Eso es lo que representa el siguiente libro: Levítico.
Levítico: Ritual, fuego, pureza y transformación
Levítico se presenta como un conjunto de leyes, sacrificios, instrucciones sobre pureza, alimentos, relaciones, cuerpos, vestidos, días, fiestas… Pero en realidad es una obra maestra del simbolismo interior. Es el lugar donde: Se sacrifica lo viejo para dar paso a lo nuevo. Se separa lo limpio de lo impuro. Se enciende el fuego del altar (la intención) y se mantiene ardiendo. Se forman los patrones de comportamiento que reflejan la imagen de Dios en el hombre.
Cada ritual en Levítico es una fórmula alquímica.
Cada sacrificio, una renuncia interna. Cada purificación, una elevación de conciencia. Y en medio de este proceso, aparece un símbolo que hemos venido siguiendo: la levadura.
La levadura como símbolo de pecado… y de redención
Desde el Éxodo hasta Levítico, la levadura ha sido tratada como símbolo de lo corrupto, lo impuro, lo fermentado por el deseo externo. Se prohíbe en los sacrificios, se evita en la Pascua, se limpia de las casas durante siete días:
“Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura.”
— Levítico 2:11
La levadura era sinónimo de corrupción, alteración, intervención humana. Representaba la conciencia caída, la mente confundida que intenta lograr por medios externos lo que solo puede recibirse desde adentro.
Pero en el corazón de este laboratorio espiritual, aparece algo nuevo:
La gran reconciliación
“De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Jehová.”
— Levítico 23:17
Aquí, por primera vez, se ordena ofrecer a Dios un pan con levadura.
Esto no es un error ni una contradicción. Es una revelación profunda.
Luego de todo el proceso de purificación, luego de separar lo impuro, luego de pasar por el fuego del altar, el pan con levadura es aceptado como ofrenda santa. ¿Por qué? Porque ya no representa corrupción, sino transformación.
Ya no es el símbolo de la carne que se eleva en arrogancia, sino del espíritu que ha sido redimido, reconectado, integrado.
El hombre natural y el hombre espiritual
El pan con levadura representa al hombre natural —con cuerpo, con deseos, con historia—, que ahora ha sido reconciliado con su origen espiritual. Es la unión de lo humano con lo divino, lo visible con lo invisible.
Por eso se habla de dos panes, como si dijera: dos naturalezas, un mismo ser.
• El pan representa la sustancia de la conciencia.
• La levadura, ahora, representa el poder divino operando desde dentro, transformando al hombre común en un hijo del Altísimo.
Lo que antes era símbolo de caída (levadura = pecado), ahora es símbolo de ascenso (levadura = Reino).
Podríamos decir que:
• Éxodo representa la liberación del invierno interior: el despertar del alma que recuerda quién es.
• Levítico representa el trabajo de la primavera: la limpieza, la transformación, la alquimia que convierte el barro en oro.
Y el pan con levadura ofrecido como primicia es el fruto de esa primavera interna.
Es el hombre que ha recordado.
Es el Yo Soy en carne reconciliada.
Es el símbolo de que ya no hay división entre lo espiritual y lo natural.
Pero en el Nuevo Testamento... la levadura resucita
A diferencia del hebreo, el Nuevo Testamento fue escrito en griego, y con ello los símbolos se elevan, cambian de forma, y la conciencia asciende.
Jesús dice:
“El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó fermentado.”
— Mateo 13:33
Aquí, la levadura ya no es el pecado, sino el poder del Reino. Es el plan divino actuando en secreto, es la imaginación en acción, el Dios que no viene de afuera, sino que obra desde dentro del hombre. Lo que antes era símbolo de la caída, ahora se convierte en símbolo del renacimiento.
• Lo que en el Antiguo Testamento era fermentación que apesta, en el Nuevo es fermentación que transforma.
• Lo que era símbolo de deseo sexual impuro, ahora es símbolo de deseo divino, espiritual, creador.
• Lo que antes representaba el pecado original, ahora representa el poder original del hombre: su imaginación.
La levadura ya no infla la carne, ahora expande el alma. Eleva la conciencia. Es la chispa invisible que actúa en el silencio del subconsciente, transformando la harina en pan vivo, y la uva en vino nuevo.
La gloria de la levadura: del deseo caído al deseo redimido
Por eso, en su máxima expresión, la levadura llega a representar el esplendor de la conciencia que ha recordado su fuente. Y lo hace a través de dos imágenes:
1. El pan leudado: ya no impuro, sino símbolo de alimento espiritual transformado por el Reino.
2. El vino: no como licor de embriaguez, sino como la sangre del nuevo pacto, la manifestación perfecta del deseo ya fermentado por el poder de Dios.
La levadura alcanza así su máximo grado de gloria: ha sido redimida por la conciencia del Cristo. Lo que una vez fue señal de muerte, ahora es el agente de la resurrección. Lo que representaba la caída, ahora anuncia el regreso.
Del invierno de la tierra psicológica brota la primavera.
De la sombra del deseo carnal surge la luz del deseo divino.
Y lo que en otro tiempo fue símbolo de descomposición, ahora es la levadura viva que transforma todo desde dentro.
Dios instruyó a Israel a comer pan sin levadura durante siete días:
“Siete días comeréis panes sin levadura…”
— Éxodo 12:15
“Por siete días no se hallará levadura en vuestras casas…”
— Éxodo 12:19
“Siete días comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción…”
— Deuteronomio 16:3
¿Por qué siete días?
Según Neville Goddard, el número siete representa el proceso creativo completo, no días literales. No es una medida de tiempo cronológico, sino una etapa interna en la cual una idea debe ser incubada, nutrida y protegida.
En el Génesis, Dios crea el mundo en siete “días”, culminando con la creación del hombre. No son días solares, sino fases del pensamiento divino.
Durante ese proceso, se nos instruye a comer pan sin levadura. ¿Por qué? Porque no debemos añadir nuestro propio “cómo”. No debemos intentar fabricar soluciones humanas. No debemos intervenir con la lógica o el ego.
“Cualquiera que comiere leudado... será cortado de Israel.”
— Éxodo 12:15
Israel representa la imaginación consciente.
Ser “cortado” de Israel es salir del estado creativo, caer en el razonamiento, y abortar el proceso interno.
El Reino como levadura: Mateo 13:33
Pero en una parábola corta, Jesús revierte todo tal y como se nos anticipó en Levítico:
“El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.”
— Mateo 13:33
Aquí la levadura ya no es impura, sino divina.
• La mujer es el subconsciente, la parte receptiva de nuestra mente.
• La harina son nuestras creencias: las ideas que aceptamos como verdaderas.
• El número tres representa la Trinidad: conciencia, subconsciente e hijo (el resultado).
• El acto de esconder simboliza el misterio: el plan divino no se revela, solo actúa.
Acá podemos encontrar un paralelo con la simbología del sepulcro. Así como Jesús fue colocado en el sepulcro y en tres días resucitó, así mismo la levadura trabaja en la oscuridad del silencio. Invisible. Oculta. Pero su efecto es total: hasta que todo fue leudado o resucitado.
Ahora, ¿Qué es la levadura en el proceso de manifestación?
La levadura, en el lenguaje simbólico de la Biblia y de la conciencia, representa el impulso humano de intervenir en el proceso creativo, el deseo de controlar el "cómo", la lógica mental, la ansiedad, la impaciencia, el razonamiento que busca manipular condiciones externas para alcanzar lo que se desea.
• En el Antiguo Testamento, se nos dice que durante siete días no debemos comer pan con levadura. Este período simboliza el tiempo creativo, ese intervalo invisible entre el momento en que asumimos el deseo cumplido en nuestra imaginación y el momento en que se manifiesta en el mundo físico.
• Comer pan sin levadura significa alimentar nuestra conciencia únicamente con la sustancia pura del deseo cumplido, sin añadirle razonamientos, planes, dudas, ni esfuerzo humano.
Es decir: la masa (nuestra conciencia) no necesita que tú le pongas levadura (tu idea de cómo lograrlo). El plan divino ya está actuando en silencio.
¿Qué significa "comer pan con levadura"?
Significa: Dudar del proceso. Intentar buscar señales externas. Preguntarte: “¿cuándo?”, “¿cómo?”, “con quién?”, “y si no pasa…”. Querer tomar acciones físicas por desesperación, no por inspiración. Compararte con otros. Creer que necesitas ayuda externa para que ocurra.
Todo eso es interferencia. Es como abrir el horno antes de que el pan esté cocido: desinfla el proceso.
¿Cuál es la consecuencia de esto? La interrupción del proceso creativo, es el abortar la misión, la biblia nos lo explica de esta manera en el libro de Éxodo 12:15:
“Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel.”
Este pasaje no habla de pan ni de casas físicas. Habla de conciencia y de proceso creativo interno.
El pan sin levadura Simboliza la pureza de la conciencia creadora, libre de razonamientos humanos, dudas o intentos de controlar el “cómo”. Es la fe en el Yo Soy como única causa.
Siete días corresponde al proceso completo de creación. El número siete representa el ciclo completo del gesto creativo: desde la asunción del deseo hasta su manifestación. Durante este tiempo sagrado, no se debe intervenir con pensamientos de lógica, esfuerzo o control.
Eliminar la levadura el primer día: Es el acto de renunciar desde el inicio a cualquier creencia en causas externas. Se hace limpieza total del templo interno (la casa), lo cual significa purgar la mente de todo pensamiento contaminado por el miedo, el esfuerzo o el "cómo se va a cumplir".
"Será cortado de Israel": Israel, metafísicamente, representa el conjunto de estados de conciencia que saben quiénes son: los hijos de la promesa, los despiertos al poder del Yo Soy. Ser “cortado” de Israel significa salir del camino creativo, volver a la ilusión del mundo externo, separarse de la promesa. Es caer otra vez en el olvido.
“Durante siete días debes vivir en la conciencia del deseo cumplido sin vacilar. Si en ese período dudas, intentas forzar, o permites que el mundo te convenza de lo contrario, te cortas a ti mismo del Israel interno: la tierra prometida de tu nueva identidad.”
Antes de terminar este extenso episodio —que para mí ha sido una gran aventura bíblica y espiritual hasta llegar a todas estas conclusiones— quiero regalarles un ejemplo práctico para que puedan realinear su labor imaginativa, teniendo en cuenta la importancia de la levadura en el proceso creativo.
Esto es crucial, porque precisamente la levadura mal comprendida puede ser lo que nos desconecta de la fuente creativa y nos expulsa del proceso de manifestación.
Por lo tanto, no es algo que debamos pasar por alto si realmente queremos mejorar nuestra capacidad de manifestar conscientemente.
Entonces les daré un ejemplo práctico Donde el Deseo es, por ejemplo, Tener una pareja amorosa, estable y comprometida.
• Asumes el estado del deseo cumplido: Te acuestas en tu cama imaginando que esa persona ya está contigo. Sientes la calidez, la conversación, el amor. Te sientes amado/a. Descansas en ese estado como si ya fuera un hecho.
• Tiempo creativo (los 7 días simbólicos): aquí es donde comes pan sin levadura. ¿Qué significa esto?
o No buscas en redes si tu ex está saliendo con alguien.
o No preguntas al universo si ya viene o si “lo estás haciendo bien”.
o No instalas aplicaciones de citas “por si acaso”.
o No haces rituales ni te aferras a afirmaciones compulsivas para forzar el resultado.
En cambio, vives como si ya estuviera contigo, en paz, agradecido, sin mirar atrás.
• Resultado: La manifestación viene de forma inesperada, como toda verdadera creación. El plan divino se desplegó sin que tú lo diseñaras. El amor llega, porque ya lo vivías dentro.
Además como bonus track te quiero regalar una técnica práctica para comer pan sin levadura Durante los “siete días” del tiempo creativo.
Esta Técnica se llama El ayuno del cómo.
Cada vez que aparezca en tu mente una duda, una pregunta, una intención de controlar, haz lo siguiente:
1. Reconoce la interferencia:
“Estoy intentando ponerle levadura a mi pan.”
2. Afirma en silencio (o en voz baja):
“No necesito saber cómo. El plan divino ya actúa en mí.” Siente el alivio. Siente que te están sosteniendo.
3. Vuelve a tu estado original:
Recuerda el estado de haberlo recibido. Sonríe como quien ya lo tiene. Camina como quien ya es amado, abundante, sano.
Esa es tu ofrenda sin levadura.
Haz esto cada vez que tu mente quiera controlar. Y si lo haces durante tu “semana creativa” (el tiempo que sea necesario según tu fe), habrás honrado el símbolo de comer pan sin levadura como un acto de confianza absoluta en la imaginación.
Las Conclusiones a las que podemos llegar gracias a este episodio son que:
La masa no necesita levadura. Es decir, Tu conciencia no necesita ayuda.
El deseo ya está vivo. El proceso ya comenzó.
El pan se está cocinando. El vino se está fermentando.
Tu único trabajo es vivir como quien ya ha recibido.
Porque, como bien dijo Jesús,
“El Reino de los Cielos es como la levadura que una mujer escondió… hasta que todo quedó fermentado.”
Y esa mujer… eres tú, en tu estado receptivo, oculto, y confiado.
Amigos eso es todo por hoy, Con esto cerramos este episodio —que para mí ha sido una profunda exploración del misterio oculto en la levadura y su recorrido simbólico desde el Antiguo al Nuevo Testamento—.
Ha sido, sin duda, una travesía por los pasajes más velados de la Escritura, no para encontrar historia, sino para recuperar memoria, y redimir símbolos que antes nos parecían impuros o contradictorios.
Ahora sabemos que la levadura, lejos de ser enemiga del proceso creativo, es su clave final cuando ha sido comprendida y consagrada.
Primero se quita, para entrar en el silencio del Yo Soy. Y solo después, cuando la conciencia está limpia de interferencias, se introduce nuevamente, pero ya no como deseo contaminado, sino como fuerza expansiva que fermenta la fe asumida.
Que esta enseñanza te acompañe en tu proceso. Que no solo comprendas el símbolo, sino que lo vivas.
Y que cada pan sin levadura que hornees en tu conciencia sea seguido —a su tiempo— por panes con levadura, primicias presentadas al Yo Soy, frutos sagrados de tu fe perseverante.
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